Elogio de los Piratas del Caribe

El universo de la piratería es demasiado grande y profundo como para tratar de abarcarlo en un solo estudio o bajo una única perspectiva. Su origen es tan antiguo como la historia misma y en cada momento y lugar se ha desarrollado de formas distintas. Pero una buena forma de empezar a entender la pasión que despierta en nosotros es ampliar la visión que tenemos de ese mundo. Los piratas siguen siendo en la actualidad lo último que quieres encontrarte en el mar. Sanguinarios, ladrones y asesinos sin compasión. Y sin embargo nos encanta la visión romántica del pirata en la literatura, el cine y la televisión, donde los malos son los soldados a las órdenes de los gobernantes. Empecemos, entonces, por intentar ponernos en el pellejo de los piratas de la Isla del tesoro, Piratas del Caribe y Black Sails.

Se puede afirmar de manera general que desde que hay naciones con sus identidades y sus leyes, hay excluidos y castigados que crean otras formas de vida y de organización. O también se puede decir que desde que hay comercio marítimo y tráfico de mercancías y esclavos hay ataques y robos. El término piratería se utiliza para el saqueo organizado de embarcaciones. Así, en la Grecia y el Egipto antiguos, piratas son aquellos que atacan las costas y las rutas comerciales. Sin embargo, grandes héroes como Jasón o Ulises también llevaron a cabo actividades de piratería, pero no se le llamó piratería por ser para riqueza y gloria de su nación. El ejemplo más famoso puede ser el de los corsarios: navegantes que se dedicaban, previa concesión de permiso real o del gobierno de una nación (patente de corso), a saquear y robar el tráfico mercantil de naciones enemigas.

La piratería en el Caribe en el s. XVIII no sólo es objeto de fantasía sino que dejó gran cantidad de documentos en forma de crónicas, informes, correspondencia, etc. Los piratas, por un lado, tienen fama de ser borrachos, salvajes y delincuentes. Pero ello no eclipsa el hecho de que tenían una organización social más democrática que la de las propias naciones que les habían condenado. O de que elaboraran un código de conducta más igualitario que el de las instituciones navales que les perseguían. Dejando a un lado, entonces, la situación política del momento o las condiciones de vida reales de unos y otros, no se puede negar que este siglo de riqueza y esplendor de la piratería ha quedado grabado en nuestra memoria y en nuestra imaginación.

En la época dorada de la piratería, el Caribe se habría regido, en mar y en tierra, por una organización libertaria que es digna de atención. Aunque habría como un entendimiento común sobre la ley pirata, cada barco tenía una normativa autónoma. El capitán, por ejemplo, que sería elegido tal por sus dotes de mando o de navegación, podía ser de igual manera destituido por votación. El código de conducta pirata es en realidad como una especie de Constitución, pero ajustada a las normas de convivencia en el barco. Como escriben desde el grupo de Cátedra de Historia y Patrimonio Naval, “el código era la búsqueda de un espacio en el que parecía primar la libertad absoluta, especialmente si lo comparamos con los parámetros de la sociedad que los había expulsado y condenado”.

https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3digo_de_conducta_pirata

El quebrantamiento del código entre piratas conllevaba famosos castigos acordes a su gravedad, desde pasar por la quilla a ser abandonado en un islote, pero parece que las disputas normalmente se resolverían como podría pasar en otras comunidades: con enfrentamientos justos entre las partes, juicios bajo la autoridad del capitán o del oficial de intendencia, etc. El código de conducta o “Chartie Partie” es también la forma de hacer oficial una expedición. Una vez reunida una tripulación, se empieza a gestar el código que regulará la vida en el barco. Se establecen el reparto del botín y los sueldos. E incluso había un seguro o compensación por la pérdida de miembros en accidentes laborales (600 pesos por un brazo derecho, 500 por el izquierdo, 500 por la pierna derecha, 400 por la pierna izquierda y 100 por un ojo), que salía de un fondo común centralizado.

Es muy interesante el tema de la sexualidad. Hay famosas piratas mujeres, como Anne Bonny y Mary Read, que eran pareja. Pero ello dentro de toda una compleja estructura de matrimonios homosexuales (el matelotage, que incluía, por ejemplo, cuestiones de herencia en caso de fallecimiento del cónyuge) y de formas de relación entre el pirata veterano y su aprendiz (el matelot), en un mundo mayormente gay y excluyente. Se dice de los piratas que rechazaban las relaciones heterosexuales cuando habrían tenido ocasión de tenerlas, generalmente con prostitutas. Y raramente una mujer capturada habría sufrido abusos sexuales.

Como decíamos al principio, el mundo de la piratería es extenso como el océano e inabarcable. Pero también, en cada momento y lugar, digno por lo menos de consideración, ya que apela al espíritu de rebelión a lo largo de la historia del ser humano y a la búsqueda de la libertad. Es verdad que pasa como con las películas de mafiosos o de narcotraficantes, que por alguna razón empatizamos con crueles asesinos y criminales acaso porque tienen un gran sentido del honor o porque se enfrentan a corruptos y poderosos. Sea como sea, si algún día estáis tranquilamente navegando y veis una bandera pirata, la “Jolly Roger” acuñada por Anne Bonny y Mary Read indica “abordaje por la fuerza y sin mostrar ninguna compasión”.

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